¡ Que entierro tan grande !

Cuando yo escribía sobre historias que merecerían ser ciertas quizá me refería a la que sigue, sin saberlo.
Mi madre vivió mucho años en Nuevo Berlín, pequeña y hermosa ciudad sobre el Río Uruguay. Ella me ha contado esta historia, asegurando por supuesto su verosimilitud.
Un día un berlinés salió de su pueblo y fue de visita a Montevideo. Cuando llegó a la Avenida 18 de Julio se encontró con el gran tránsito de autos. Se quedó mirando pensativo un rato, mientras seguía pasando un auto atrás del otro, hasta que no pudo contenerse y exclamó: ¡Pucha, que entierro tan grande!
Era evidente que aquel gran desfile de autos era el entierro de alguien muy querido y respetado. En su pueblo no iba un auto atrás de otro más que en un entierro y además nunca había visto tantos autos juntos. Su conclusión fue tan lógica como equivocada ¡que entierro tan grande!
¡Cuantas veces estamos seguros de algo porque lo vimos "con nuestros propios ojos" sin tener en cuenta que esas imágenes fueron analizadas a partir de nuestras experiencias, de nuestros conocimientos, de nuestros deseos, de nuestros miedos, de nuestras creencias!
¡Cuantas veces habremos visto un entierro tan grande como nuestro amigo berlinés y quedamos tan seguros y equivocados como él. O será que para nosotros como para él esa conclusión era la correcta, tan cierta como la de otro observador con otras preexistencias!
¿Quien tiene la verdad? ¿Cual visión es cierta y cual es falsa? ¿Quien lo decide?

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